"Síndrome del Abuelo Golondrina"
- Mario Fernández

- 11 ago
- 3 Min. de lectura

“Cuando los abuelos viven de casa en casa”
Esta vez en nuestra entrada al blog del cuidador vamos a tratar un tema bastante frecuente en los hogares de las personas de nuestro país. La carga laboral y familiar de hoy en día deja poco espacio para el cuidado personal, imagínate si encima añadimos el cuidado de una persona mayor como puede ser nuestro padre o madre. El cuidado de una persona mayor exige energía y dedicación, pero también mucho tiempo. La falta de tiempo es lo que provoca que en muchas ocasiones el reparto del cuidado entre los hermanos y familiares. Debido a este tipo de cuidado se genera un Síndrome llamado el “Síndrome del abuelo golondrina”. Qué curioso nombre ¿verdad? Vamos a aprender de qué se trata.
Lo primero que debemos saber es, ¿Qué es el síndrome del abuelo golondrina?
El síndrome del abuelo golondrina es una situación que viven muchas personas mayores, que se ven obligados a cambiar continuamente de una casa a otra, normalmente entre las viviendas de los hijos, sin un hogar fijo ni estabilidad.
Este fenómeno se da cuando la familia se reparte el “cuidado” de la persona por turnos, es decir, unas semanas en casa de una hija, luego en la de un hijo, y así sucesivamente. Aunque parezca una forma de “ayuda compartida”, muchas veces genera una inestabilidad emocional y desarraigo hacia lo personal.

¿Por qué se produce esta situación?
En la mayoría de los casos, surge por falta de organización o recursos familiares. Las familias, con buena intención, se reparten la atención del familiar como pueden. Pero al no haber un plan claro ni un hogar fijo, la persona acaba perdiendo su lugar en el mundo.
Es el momento de aprender a reconocerlo.
Síntomas y señales de alerta

No hay unos síntomas específicos de esta enfermedad que nos establezca el diagnóstico específico, sino el conjunto de varios síntomas que nos indique que nuestro ser querido está sufriendo este síndrome:
Sensación de no pertenecer a ningún lugar. Debido al cambio de casa, la persona no siente intimidad ni sensación de pertenecer a un hogar
Tristeza, ansiedad o síntomas depresivos. Si vemos que ha sufrido cambios emocionales desde que hemos comenzado con este tipo de cuidado, debemos pensar que está influyendo negativamente en nuestro familiar
Cambios frecuentes en la rutina diaria, alimentación o sueño. En cada casa tenemos diferentes horarios, rutinas e incluso aficiones.
Dificultad para mantener relaciones sociales estables. Pensemos en cómo afecta a un niño el cambiar de ciudad o colegio, esto es igual, pero con una persona mayor. El cambio de casa provoca distanciarse de amigos, vecinos y conocidos
Aparición de problemas de salud relacionados con el estrés (hipertensión, insomnio, caídas, etc.). Hay un aumento de probabilidad de que sufra enfermedades, es importante eliminar todo riesgo
Desmotivación o pérdida de autonomía. Identificas un empeoramiento del estado de salud y autonomía desde que se comenzó este tipo de cuidado, no pasar por alto esta causa y pensar que es el paso del tiempo
¿Cómo podemos evitar que ocurra?

Si no tenemos más opción que optar por este tipo de cuidado ya sea por trabajo, tiempo o por temas económicos, debemos extremar las precauciones
Establecer una planificación consensuada y a largo plazo. Es clave hablar en familia y diseñar un plan estable y realista de los cuidados, donde la persona mayor también participe y pueda decidir
Fomentar un hogar de referencia. Aunque reciba ayuda de varios familiares, es una buena opción establecer un lugar fijo donde residir y sentirse en casa, con su espacio, su habitación, sus cosas y su rutina
Apoyarse en servicios profesionales. Contar con profesionales como cuidadores a domicilio, centros de día o empresas como Cuidado Íntegro permite que la persona se mantenga en su hogar sin tener que ir de un sitio a otro
Escuchar y respetar sus deseos. Preguntar directamente qué quiere la persona y no tomar decisiones unilaterales sin su opinión es fundamental para su bienestar
Priorizar la estabilidad emocional, ante todo. Un entorno seguro, predecible y emocionalmente nutritivo es más valioso que repartir cuidados de forma mecánica o rotativa
Para terminar con este aprendizaje, recordar que el “síndrome del abuelo golondrina” es una forma de maltrato involuntario, causado muchas veces por el desconocimiento. Las buenas intenciones no bastan si no se piensa en el impacto emocional y físico de estos traslados constantes. Por lo tanto, escucha, planifica y ofrece una estabilidad para evitarlo.
Esperamos que hayas aprendido y podamos seguir cuidando de nuestros familiares de la mejor forma posible




